viernes, 19 de septiembre de 2008
Rara sustancia
sino cuando me fijan a los muestrarios que yo sé con herrumbrados alfileres.
Pero desde mi lado y a deshoras
y en esos días en que se levanta la tapa del momento y se distingue el fondo,
si me arrancan mi capa de espesor y me dejan a oscuras sin el amparo de mi nombre,
verán que pertenezco a esa extraña familia de las metamorfosis transparentes,
a ese orden inconcluso que se fija a un color como a la sal del mundo
o que toma la forma de aquello que contiene,
así sea una llave, así sea una ausencia.
Basta que una palabra me atraviese de pronto lado a lado,
sobre todo si es siempre, sobre todo si es nunca, o acaso, o demasiado,
para que quede impresa como una quemadura hasta el subsuelo de mi anatomía.
Porque así es mi sustancia: un animal oculto en la espesura,
incorporando huellas, humaredas y soles a la hierba que pasa entre sus dientes.
Yo devoro el paisaje, cada trozo de eternidad instantánea, con mi propio alimento.
He copiado visiones que me son mas cercanas que mis ojos,
imagenes ardientes como incrustaciones de vidrio en una llaga.
Y no es por atesorar oscuros esplendores de mendiga tras avaros recuentos.
Es por las comuniones del contagio,
por vocación de apego y de caricia aun frente a un adiós, a un adiós imposible,
que me dejo invadir por cosas tan remotas como un país en el nunca estuve,
que según se me mire soy un tatuaje al rojo,
un farol oscilando en un andén donde se queda envuelto por la niebla mi destino,
una puerta entreabierta por la que se cuela una ráfaga fría que me convierte en soplo,
casi en nadie.
Pero jamás consigo estar completa; no logro aparecer de cuerpo entero.
¿Y en qué consistirá esta naturaleza inacabada que vira sin cesar hacia otros brillos, otras fronteras y otras permanencias?
¿Cual podrá ser mi reino en esa mezcla, bajo esta propensión inagotable
que abarca mucho más que las malezas, los plumajes cambiantes y las piedras?
Tal vez el reino de la unidad perdida entre unas sombras, el reino que me absorbe desde la nostalgia primera y el último suspiro.
martes, 16 de septiembre de 2008
esto no es el cielo
nada de juegos (y menos aún en el cielo).
yo invité a la danza
ahora no me pisen
tenía buenos argumentos para creer
y terminé mintiendo.
pero esas son las reglas si quieres jugar
- una mentira por una verdad
y a la salida del infierno te esperan
con tragos de un mejor olvido y un mañana
- vos verás
quizás no estén deteniendo la lluvia
y más seca que húmeda reclamarás la sal
de mis lágrimas o de otro cuerpo.
por eso yo no quiero jugar
porque en las flores encuentro mi sangre
y en los patios de la fiesta se vierte
demasiado alcohol
al mirarte…
la luz es eléctrica y mis palabras gas
también son eléctricos los pensamientos
me paso la noche iluminando la habitación con ellos
me vuelvo un poco de vos dejo de ser otro poco…
es lo que pasa cuando dos se invitan al juego,
pero esto
no es el cielo.
viernes, 12 de septiembre de 2008
Torre (1934)
mi casa respira,
por sus anchas ventanas,
la energía
solar.
Encerrándola
en su anillo enloquecedor
el cielo circula por ella
de un extremo a otro
en largos y anchos
ríos de luz.
En el centro,
isla triste y solitaria,
mi cuerpo,
quieto contra la corriente,
absorbe.
miércoles, 10 de septiembre de 2008
numen eléctrico
todas las mañanas despierto con una sensación:
los ojos cerrados
los dientes apretados
la nariz
expectante.
todas las mañanas
hay un cable de tensión en mi cuerpo
220 voltios de cielo.
y exploro en mis párpados tratando de hallar
un pensamiento tan azul
de exhalar
el polen que de noche trago de quién sabe qué sueño de
primavera terrible
porque la voz se me nubla
y estampas estampida
de mi ser se abre:
surgen grillos en mi noche
haciendo de mi vigilia una alucinación.
y camino
hacia el baño donde mojo mis trajes y cambio de Soledad
cada mañana
soles licuados en una taza de
porcelana china.
el cemento el asfalto el cielo sin cielo en mis manos
gente que se disfraza por las calles
animales metálicos
un tiempo frenético en cada cuerpo arropado
cuerpos eléctricos que funden oro sobre los ojos.
¡cemento! ¡semen! siglos que se escurren golpeándose unos a otros
relojes que marcan cada segundo doce campanadas
y la piel se abre y se cierra
los ojos se abren y se cierran y arden
los cuerpos
se chocan se incineran se evaden.
y camino
edificios y ciudades autos y colectivos
yo o todos
yo o signos
yo o el mundo
yo o vos
hasta desembocar nuevamente
en mi numen
en mi pecera eólica para nadar en pensamientos
220 voltios de cielo
cada noche
en mi cama.